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Una contienda mortífera en París

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Una contienda mortífera en París

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EN DICIEMBRE DE 1915, EN LA conferencia que se celebró en la ciudad de Chantilly (al norte de París), el comandante en jefe francés Joffre propuso que durante el verano del año siguiente se iniciara un ataque francobritánico en la zona del Somme, una ofensiva que debería coordinarse con otros dos ataques simultáneos en otros frentes por parte del ejército italiano (recién incorporado entonces al bando de los Aliados, y que debería atacar al Imperio austrohúngaro por los Alpes) y el ejército ruso (encargado de iniciar un ataque sobre el frente oriental).

La ofensiva del ejercito ruso

Mientras el ejército ruso iniciaba la conocida como ofensiva Brusilov en la zona de la Galitzia ucraniana (4 de junio de 1916), el ejército francés se vio incapacitado para aportar «el número de tropas acordado para el inicio de la batalla del Somme, pues el frente de Verdún requería desde hacía meses todos sus esfuerzos (Italia, por su parte, tenía sus propios problemas en otras zonas como para ocuparse de atacar los Alpes). Aun así, el 1 de julio de 1916, tras una semana de intensos bombardeos de la zona enemiga, trece divisiones británicas y seis francesas iniciaron el ataque.

Aunque el objetivo inicial fue el de romper la línea defensiva alemana y asestarle un duro y rápido golpe, las carencias y errores durante su ejecución unidos a la defensa ordenada de los alemanes acabaron convirtiendo la batalla, al igual que en Verdún, en una larga lucha de desgaste del enemigo.

El último combate

Los contendientes se enrocaron en sus posiciones, y los continuos bombardeos de la artillería y los ataques de la infantería no hicieron sino crear un reguero de muerte y destrucción a lo largo de los cuatro meses y medio que se alargó la lucha.

El último combate, librado el 19 de noviembre de 1916, convirtió a la batalla del Somme en la contienda más mortífera de toda la guerra, pues entre muertos y heridos sumaron 620.000 francobritánicos y 450.000 alemanes.

La superioridad de hombres y armamento del ejército francobritánico en el frente seleccionado no le ofreció la ventaja que esperaba, pues, al igual que le ocurrió al ejército alemán en Verdún, no consiguió romper las líneas enemigas. En ambos casos, la posibilidad de poder aportar refuerzos necesarios para la defensa condenó al fracaso las ofensivas.

Sin embargo, por un lado la batalla del Somme dejó patente que la alianza francobritánica estaba mejor dotada de material bélico que el ejército alemán, y por otro las elevadas pérdidas humanas que sufrió el ejército del káiser Guillermo II afectó en gran medida a la futura efectividad de sus tropas, pues cada vez encontró más dificultades para reponer sus fuerzas. De hecho, la batalla del Somme marcó el inicio del declive del poder militar alemán.


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