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Jutlandia y la gran batalla naval

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Jutlandia y la gran batalla naval

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La situación de calma tensa en el mar, en que ambos contendientes guardaban sus grandes flotas a buen recaudo, temerosos tanto unos como otros del poder de su adversario, se rompió finalmente en 1916. En claro contraste con sus predecesores, el nuevo almirante de la Flota de Alta Mar alemana, Reinhard Scheer (nombrado en febrero de 1916), era un militar muy decidido, más agresivo.

Su plan estratégico consistió en presionar a la flota británica a través de la acción de los submarinos (U-boote) y de salidas de la Flota de Alta Mar alemana, para conseguir que los británicos se vieran obligados a abandonar el bloqueo “distante” que estaban llevando a cabo y a atacar a la Marina alemana.

La Flota de Alta Mar

El 17 de mayo de 1916, Scheer ordenó que diecinueve submarinos tomaran posiciones cerca del fiordo de Forth (al norte de las islas británicas, más o menos a la altura de Edimburgo). Su objetivo era atacar Sunderland, más al sur, en la misma costa este, con la Flota de Alta Mar con la esperanza de que los cruceros de guerra británicos, apostados en el interior del fiordo (en Rosyth), salieran para defender la ciudad (con lo que se encontrarían diecinueve submarinos alemanes esperándoles justo a la salida del fiordo).

Además mandó que unos aviones de reconocimiento vigilaran Scapa Flow para alertarle de si la Gran Flota británica abandonaba su base. Pero las malas condiciones atmosféricas impidieron la acción de los aviones de reconocimiento, con lo que Scheer decidió enviar a su flota hacia el estrecho de Skagerrak, en las aguas del norte de la península de Jutlandia.

La Gran Flota

Detectado el movimiento de Scheer por los servicios secretos británicos, el almirante de la Gran Flota, John Jellicoe, ordenó la movilización de la armada hacia ese punto. Sin contar los efectivos que acompañaron al grueso de ambas flotas, Jellicoe estaba al mando de 27 buques, 8 cruceros acorazados, 12 cruceros ligeros y 51 destructores, mientras que Scheer poseía 22 buques de guerra, 1 crucero ligero y 31 destructores. El encuentro entre ambas flotas se llevó a cabo el 31 de mayo de 1916, cuando dio inicio la mayor batalla naval entre acorazados de la historia.

La superioridad británica fue suplida por los alemanes por su mejor precisión de tiro, puesto que en el primer cuarto de hora dieron en el blanco doce veces, por solo cuatro de los ingleses. Al final del día, los alemanes habían conseguido hundir catorce buques británicos (de 110.000 toneladas) frente a la pérdida de once de los suyos (de 62.000 toneladas).

Desde el punto de vista táctico, pues, la batalla de Jutlandia representó un triunfo para los alemanes, pero bien es cierto que desde el punto de vista estratégico cambió muy poco las cosas, pues los británicos siguieron dominando los mares y las rutas comerciales.


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