IGNACIO DE LOYOLA FUNDA LA COMPAÑÍA DE JESÚS
UNO de los ejemplos más significativos de los cambios que se produjeron en la Iglesia católica durante el siglo xv es la Compañía de Jesús, fundada por Ignacio de Loyola.
Aunque la Iglesia de Roma optó por una postura defensiva ante lo que consideraba los ataques de los protestantes, también se produjo una respuesta original a las expectativas de cambio de los fieles en el seno de la Iglesia.
Así, surgieron voces, como la de los jesuitas, que reclamaban una reforma dentro de la institución y que deseaban poner fin a la ignorancia de buena parte del clero y a los abusos de los obispos.
Iñigo López nació en 1491 en el santuario de Loyola, cerca de la localidad guipuzcoana de Azpeitia.
Su primera vocación, siguiendo la tradición familiar, fueron las armas, pero cuando tenía treinta años fue herido durante la defensa de Pamplona contra los franceses, lo que le llevaría a descubrir su vocación religiosa.
Tras el incidente, se retiró a Cataluña, donde se dedicó a la meditación y a la redacción de su primera obra, Ejercicios espirituales (1522). Un año después peregrinó a los Santos Lugares y de regreso a España comenzó a estudiar para cumplir mejor con su proyecto de apostolado.
Allí, se dedicó a difundir el método místico que él mismo había narrado en los Ejercicios espirituales, pero cuando en 1524 fue acusado de ser un “alumbrado” y se le prohibió la predicación, hubo de abandonar sus estudios.
Decidió marcharse a París, donde se graduó como maestro en Artes en la Sorbona. En 1534, junto con un grupo de compañeros, en la Cueva de Montmartre hicieron votos de pobreza y apostolado, sembrando el germen de la Compañía de Jesús. En 1537, Pablo III les ordenó sacerdotes y el grupo comenzó sus labores de educación, cuidado de enfermos y apostolado. En 1540, el papa aprobó los estatutos de la orden jesuíta.
Además de los tres votos habituales de la vida religiosa (obediencia, pobreza y castidad), los jesuitas profesan un cuarto voto de obediencia absoluta al papa. La orden jesuíta, que se extendió rápidamente por Europa y América, se caracterizaba por una sólida formación intelectual y cultural y desempeñó un rol fundamental en las labores de evangelización y educación.
El santuario de Loyola en Guipúzcoa, edificado en torno a la casa de la familia Loyola.
En el siglo xv, los jesuitas gozaban de una influencia política y económica importante. Este poder, sumado a su defensa incondicional del papado, despertó el rechazo de diversos sectores de la sociedad de la época (intelectuales, defensores del absolutismo, o jansenistas) y así, a lo largo de la Ilustración, la Compañía fue expulsada de Portugal (1759), Francia (1763) y de España y America (1767). En 1773, el papa Clemente XIV promulgó una bula por la que suprimía la orden, aunque cuarenta años después fue restaurada por Pío VIL.