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FRANCIA, EXPULSADA DE ITALIA una tregua parcial en el conflicto

Tras el saqueo de Roma (i 527) se llegó a una tregua parcial en el conflicto, que se reanudó poco más tarde durante otras tres décadas. Cuando Francesco María Sforza, duque de Milán, murió (1535), el futuro Felipe II, hijo de Carlos V, heredó el ducado siendo aún príncipe. Francisco I, siguiendo con las hostilidades contra el Imperio español, decidió invadir Milán, pero fracasó. Como respuesta, Carlos V invadió Provenza en 1536, aunque se detuvo al llegar a Aviñón, pues estaba fuertemente fortificado.

Cuatro años más tarde, en 1542, se produjo un nuevo conflicto. En esta ocasión entró en juego el Imperio otomano, pues Francisco I de Francia convenció a Solimán I de unir sus fuerzas contra Carlos V.

De esta forma el emperador se centraría en la defensa de sus territorios en Italia, por lo que dejaría el camino libre a las ansias de los turcos de invadir Viena. Así pues, mediante una alianza contra natura, se decidieron a ocupar territorios de la península Itálica con una flota conformada por naves de las dos potencias.

En paralelo, y tras una serie de enfrentamientos, Carlos V y Enrique VIII de Inglaterra, ahora aliados, lanzaron una ofensiva para invadir el norte del país galo. Sin embargo, los enfrentamientos internos que se produjeron en el seno de la alianza hispano-inglesa, sumado al poderío otomano, hicieron que esta empresa fracasara y en 1546 todo volviera a la calma.

En 1547 murió Francisco I y accedió al trono francés su hijo, Enrique II, quien continuó con las hostilidades contra España. Ese mismo año, le declaró la guerra a Carlos V con el objetivo de recuperar sus territorios italianos, pero fracasó. En 1555, Carlos V decidió abdicar y en 1558 falleció.

El imperio entonces quedó dividido en dos: por un lado, Felipe II quedó al cargo de la corona española; y por el otro, Fernando I de Habsburgo, hermano de Carlos V, reinó en Hungría y Bohemia, además de recibir en 1558 el título de emperador del Sacro Imperio.

La guerra entre España y Francia continuó durante un año, hasta la derrota francesa en la batalla de San Quintín (1557) a la que siguió, en 1559, la paz de Cateau-Cambrésis, por la que los franceses renunciaban a toda pretensión territorial sobre la península Itálica. Con ello España obtuvo el ducado de Milán y los reinos de Nápoles, de Sicilia y de Cerdeña.

La Paz de Cateau- Cambrésis fue firmada entre los reyes Felipe II de España, Enrique II de Francia e Isabel I de Inglaterra.

En la imagen, retrato de la soberana realizado hacia 1575.

Tras el fin de las guerras italianas, los Austrias se erigieron como la dinastía con más poder en el mundo conocido, en contra de los intereses de Francia. Las ciudades estado italianas perdieron peso político y económico; fue el principio del fin del dominio que habían ejercido durante la Edad Media y el Renacimiento.

Se preparó, de esta forma, el escenario en el que se libraría el siguiente gran conflicto en el seno del Viejo Continente: las guerras de religión de Francia, en las que España volvería a 1 enfrentarse a su eterno enemigo.


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